Strasbourg 18 April 2023
Against the backdrop of China’s continued rise as a political and economic powerhouse on the world stage, MEPs discussed the need for a coherent strategy on the superpower.
EU Foreign Policy Chief Josep Borrell stressed the need for a united EU approach to China.
We cannot speak with one voice as there are multiple voices within the EU, but at least we need to be on the same wavelength, he said. Recalling that EU relations with China have worsened recently due to EU sanctions, difficulties with Lithuania and Chinese military exercises in the Strait of Taiwan, he stressed that although the EU and China are in rival mode the EU needs to keep talking to China. Due to its massive influence in the world, we cannot stop talking to it because it is not a democracy, Mr Borrell stressed. China is not Russia; it is a superpower that is growing, especially in the global south. When it comes to China, there are four areas of particular interest: EU values, economic security, Taiwan and Ukraine, he concluded.
European Commission President Ursula von der Leyen said that China’s rise as an international political and economic actor, as well as the EU’s own interests, make it all the more important for Europe to manage its relationship with Beijing. “And for me, that shows that decoupling is not viable, desirable or even practical for Europe. But there is clearly a need for Europe to work on de-risking some important and sensitive parts of our relationship.” Europe must carve out its own, distinct approach that also leaves space for cooperation with other partners too, she said. “And the starting point for this is the need to have a shared and very clear-eyed picture of the risks and the opportunities in our engagement with China.”
MEPs were united in their call for an effective, consistent and unified strategy on China. We cannot be confrontational, but our policy should be based on reciprocity, mutual respect and respect of international law, they said. The EU has to defend its economic interests and values. Some criticised the recent statement by French President Macron on Taiwan, deeming it naive to say Taiwan does not concern Europe. They also pointed out that the delivery of arms to Russia and changing the status quo on Taiwan are not acceptable for the EU. Against the backdrop of China’s oppression of the Uyghurs and other minorities in the Xinjiang region, some Members urged the EU to keep pushing Beijing to respect human rights, saying these rights are not an afterthought to the EU’s foreign policy, but rather constitute the core of it.
Speech by President von der Leyen at the European Parliament Plenary on the need for a coherent strategy for EU-China relations
EP Plenary: Spanish Speech by High Representative/Vice-President Josep Borrell on EU-China relations (original version)
Check against delivery!
Dear President, good morning, dear Members of the European Parliament, President of the [European] Commission [Ursula von der Leyen,], dear colleagues from the Commission,
I want to speak Spanish. I think it is going to be better for all of us.
Dear Members of the European Parliament,
Ustedes me convocan hoy a venir aquí al Parlamento [Europeo] como presidente [permanente] del Consejo de Asuntos Exteriores para debatir sobre la necesidad de una estrategia coherente para las relaciones de la Unión Europea con China.
Señorías, siempre es bueno disponer de una estrategia coherente con respecto a China y sobre cualquiera otra cuestión. Es bueno tenerla.
Pero tan como ustedes han formulado el título de este debate, parece que dan a entender – que el Parlamento Europeo cree – que la Unión Europea no dispone de esa estrategia coherente.
Y si es así, me siento directamente interpelado. Me siento directamente concernido, porque, como Alto Representante, me corresponde – según el Tratado – velar por la coherencia de la acción exterior de la Unión Europea.
Luego, si ustedes creen que tan coherencia no existe, algo debo tener que ver con ello – aunque seguramente, no solamente yo.
En todo caso, estamos hablando de política exterior y de seguridad común. Estamos en el titulo 5 del Tratado. Política exterior común pero no única, porque cada Estado miembro mantiene competencias proprias en política exterior. Aunque también se hayan comprometido a construir progresivamente una política común, cada uno tiene la suya.
Y por eso, en una relación tan compleja como la que tenemos con China, inevitablemente hay diferentes puntos de vista porque hay diferentes intereses entre los Estados miembros. Es así. Pero si queremos construir una estrategia coherente de la Unión con respecto a China, es necesario que todos, y cada uno de los actores de la Unión, actúen conforme y en pleno respeto de los tratados, en el ejercicio de sus respectivos roles y responsabilidades. Cada uno a lo suyo, y eso afecta a todos: a los Estados miembros, al Consejo Europeo, al Consejo [de la Unión Europea], a la Comisión [Europea], y también a ustedes, al Parlamento Europeo.
Señorías, como ustedes saben, ya han reflejado acertadamente en su informe PESC, la política exterior y de seguridad común, y como parte de ella la relación con China, la define por unanimidad el Consejo Europeo y el Consejo. El Consejo Europeo determina los intereses estratégicos de la Unión, fija los objetivos y define las orientaciones generales de esta política exterior. Y basándose en esas, el Consejo de [Asuntos] Exteriores que presido, elabora la PESC, o la Foreign Security Policy, y adopta las decisiones necesarias para aplicarla.
Ciertamente la Comisión [Europea], a la que me honro de pertenecer como vicepresidente, tiene también un papel fundamental en áreas que tienen un impacto enorme sobre nuestras relaciones exteriores. Y ahora que estamos hablando cada vez más de seguridad económica – como ha hecho la presidenta – como parte integrante de la seguridad nacional, esas competencias y ese papel es mayor.
Este concepto de seguridad nacional – seguridad económica – va a tener una influencia determinante en la manera como concebimos nuestras relaciones exteriores. Países como Estados Unidos y Japón ya lo incluyen claramente en sus estrategias de seguridad nacional. Nosotros deberíamos hacer lo mismo, teniendo en cuenta las características institucionales de la Unión y el hecho de que son fundamentalmente los Estados miembros los que disponen de los instrumentos necesarios para ejecutar esta seguridad económica a través de controles o restricciones a la exportación o a las inversiones, en el interior y en el exterior.
Señorías, como ustedes saben, tenemos una estrategia con respecto a China, la del 2019 – el tríptico famoso – y sin duda desde entonces han pasado muchas cosas y esa estrategia tiene que ser recalibrada para adaptarse a las nuevas circunstancias.
Pero la Unión Europea nunca hasta ahora ha definido explícitamente a China como una amenaza directa para nuestra seguridad – como si lo hizo con respecto a Rusia el Consejo Europeo del 2022 en Versailles.
Este enfoque multifacético, este tríptico ha demostrado su validez ante la creciente asertividad de China. Pero en los últimos tiempos nuestras relaciones se han visto sustancialmente deterioradas, ustedes saben muy bien por qué y cómo: las sanciones de marzo 2021, contra sanciones impuestas por China, también contra miembros de esta casa, coerción económica contra Lituania o el aumento de las tenciones en el estrecho de Taiwán.
En ese contexto, se han ido planteando contribuciones relevantes al debate sobre la revisión de nuestras relaciones con China: la propia resolución aprobada por este Parlamento, el discurso de la presidenta [Ursula] von der Leyen, la toma en consideración de las medidas adoptadas por Estados Unidos para imponer controles a la exportación de semiconductores y de inversiones en China, en el marco de su nueva estrategia de seguridad nacional. Y todos ustedes tienen bien presentes las recientes visitas oficiales a China, tanto del presidente del Consejo Europeo [Charles Michel] el año pasado, de la presidente da la Comisión [Europea] y de varios jefes de estado y de gobierno de los Estados miembros.
Como parte ya del último Consejo de Asuntos Exteriores en marzo, planteé la urgencia y la necesidad de dedicar este próximo Consejo – el de Abril – a las relaciones con China. Y seguiremos trabajando en esta línea hasta que los líderes reunidos en el Consejo Europeo decidan revisar la actual estrategia.
Y ahora puesto que como Alto Representante me corresponde, según el Tratado, contribuir a elaborar esta estrategia, permítanme resumir como veo yo, personalmente. No pretendo decir que tengo un mandato del Consejo para hacerlo todavía, pero sí decirle como veo nuestra relación con China y como debemos adaptar nuestra estrategia.
Estamos muy focalizados en la agresión de Rusia contra Ucrania, y nos ha emergido otro problema político de gran dimensión, que es China. Pero China no es Rusia. China es un superpoder. Un superpoder que crece, que está presente en todas las partes del mundo. Cuya influencia es considerable, su peso político crece, y su atractividad para muchos países del sur es innegable.
Por ejemplo, en ASEAN, China se ha convertido en el primer inversor – nos ha desplazado. Parece como si China ya hubiera iniciado un proceso destinado a prever el impacto de posibles sanciones. Está empezando hacer “de-risking” – mientras nosotros hablamos de eso, ellos ya lo están haciendo.
Hay que tener bien presente estas consideraciones a la hora de definir una estrategia coherente con respecto a China. Pero, aunque cada vez más estemos en “rival mode”, no hay que dejar de hablar con China. No hay que rechazar la colaboración con China en la solución de los grandes problemas globales porque China no sea una democracia.
La deuda de los países emergentes – hay más de 40 países ahogados por un exceso de deuda – y el cambio climático – muchos miles de millones de personas afectado por el – nos obliga más que nunca a trabajar juntos. Y China quema más carbón que el resto del mundo junto, y es el principal acreedor de los países emergentes. Y por lo tanto, desde el punto de vista de la deuda o del clima, no hay solución a estos problemas sin la participación y la colaboración de China.
Hay que seguir hablando con China por su colosal influencia en el mundo, y porque el diálogo es la base en la política internacional – al menos hasta que el inevitable ocurre, como ha hecho Rusia con Ucrania.
China está emergiendo – ha emergido ya – y va a seguir estando allí. Y en poco años, China y India van a representar casi la mitad del producto mundial. Y estas dos grandes masas humanas van a volver al sitio en que estaban antes de la revolución industrial. Es la vuelta de la historia.
Pero para que este diálogo con China tenga lugar con claridad y eficacia, tenemos que alinear nuestras posiciones y expresarlas no con una sola voz, porque tenemos una multiplicidad de voces, pero si como un coro bien afinado. Con muchas voces, pero procurando – decir – lo mismo o por lo menos, en la misma longitud de onda.
La pluralidad no debe ser un problema mientras haya una posición consensuada, en particular sobre dos grandes temas: ¿Es Europa un polo en la multipolaridad? ¿Tiene una existencia propria como entidad política, esto que se llama ‘la autonomía’ – estratégica o no – de Europa? Y, en segundo lugar, ¿de qué manera nos dirigimos a China acerca de la agresión de Rusia a Ucrania?
Cuando el presidente [de Francia, Emmanuel] Macron va a Pekín y le dice a al presidente [de China] Xi [Jinping] que espera que le ayude a hacer entrar en razón a Putin, a lo mejor resulta que el presidente Xi no cree que Putin haya perdido la razón, sino al contrario. Que tiene razones que comparte con él, y con muchos de sus visitantes, como el presidente [de Brasil] Lula, que ha estado antes de ayer en Pekín y a cultivado la misma ambigüedad estratégica que China.
Me gustaría repetir aquí el largo discurso que tenía preparado para el viaje a Pekín, frustrado por culpa del COVID-19, pero como no tengo tiempo, voy simplemente a decir que nuestra estrategia con respecto a China tiene que basarse en cuatro palabras: los valores, la seguridad económica, Taiwán y Ucrania.
Primero, los valores. No tenemos la misma visión sobre los derechos humanos y el respeto a los derechos fundamentales de las personas que China. Y en todos los foros internacionales, y con todos los países del mundo, China desarrolla una narrativa que subordina los derechos políticos fundamentales al desarrollo económico.
Me recuerda cuando en mi juventud, discutíamos sobre las libertades reales y las libertades formales. Las reales son aquellas que tienen que ver con las condiciones materiales de vida. Pero no es una cosa o la otra, no es “either or” – necesitamos las dos. Necesitamos la libertad simplemente para ser libres, pero necesitamos que esta libertad política sea un poderoso motor para desarrollar el bienestar material de los ciudadanos.
Queremos libertades políticas y queremos progreso económico. Y tenemos que defender esta visión y contrarrestar el discurso, la narrativa china, por todos los medios intelectuales a nuestro alcance.
Pero hay que seguir en este diálogo y lo hemos vuelto a empezar – me alegro de ello – a nivel bilateral después de que China suspendiera el diálogo sobre los derechos humanos con nosotros.
Segundo, relaciones económicas y seguridad económica. Nuestra relación económica esta terriblemente desequilibrada. Nuestro déficit comercial es abismal y no deja de decrecer. 400 mil millones [de euros] de déficit y ellos con un superávit de 470 [mil millones de euros].
China ya no es el suministrador de bienes baratos producidos gracias a una mano de obra barata. Al contrario, está en la punta del desarrollo de las tecnologías y es un competidor en aquellos bienes más sofisticados. Al final, lo barato acaba resultando caro. Ya lo decía mi abuela: no compres cosas baratas que al final acaban siendo caras.
Lo hemos aprendido con la energía rusa, y lo estamos aprendiendo ahora en la competencia económica con China. Y eso no es sólo porque no seamos competitivos sino porque en China – quien manda no es el mercado, es el Estado, y eso cambia realmente las reglas del juego.
Si, también con Estados Unidos tenemos problemas de reglas de juego, también con Estados Unidos competimos y discutimos las reglas de la competencia. Pero al fin de cuentas, somos las dos economías de mercado, China es un caso distinto.
Nuestra relación está desequilibrada porque tenemos una dependencia de algunos productos que nos hace vulnerables. Y esta vulnerabilidad aumenta porque estos productos, materias primas, están integrados en cadenas de producción y acaban en bienes finales que importamos desde China. Y por eso es cierto, es importante el de-risking, que ha mencionado la presidente de la Comisión [Europea], y eso pasa por diversificar nuestras fuentes de suministro, reconfigurar las cadenas de valor, controlar las inversiones in y out, desarrollar instrumentos anti-coerción, pero siempre con respeto a las reglas de la Organización Mundial del Comercio. Seria paradójico que pregonásemos y predicásemos el multilateralismo y luego violásemos las reglas de la institución multilateral que más ha contribuido a formar el mundo que hoy tenemos.
Pero, permítanme advertirles de un riesgo: ‘de-riscar’ – que es un barbarismo en Castellano – disminuir los riesgos, acarrea riesgos. Porque hemos de ser conscientes que, si redirigimos nuestros flujos económicos y comerciales hacia otros países de Asia distintos de China, lo que veremos es que casi automáticamente esos países van a aumentar sus relaciones comerciales con China para importar las materias primas que necesitan para producir los bienes que luego nos van a vender. Y, por lo tanto, los que habremos hecho es poner un intermediario en nuestra dependencia. Seremos indirectamente dependientes. En esos casos, puede ser incluso peor porque esos países serán mucho más vulnerables a las presiones que pueden recibir de China, de lo que lo somos nosotros ahora.
En todo caso, hay que rechazar la ilusión de que para protegernos económicamente de China hay que desacoplar nuestras economías. Nuestra dependencia del comercio internacional es demasiado grande. Es más del doble de la que tienen los Estados Unidos. No ganaríamos en seguridad. Nos privaríamos del contrapeso económico y otros ocuparían el vacío que dejaríamos. Hay que diversificar para reducir vulnerabilidades, pero reducir vulnerabilidades al fin de cuentas es lo mismo que aumentar nuestra autonomía.
De-risking and strategic autonomy go hand in hand. Porque la dependencia es lo contrario de autonomía. Cuanto más autónomo sea usted, menos dependiente será, y cuanto más dependiente sea, menos autónomo será. Y la dependencia económica es mala, la política también. Las alianzas funcionan cuando están equilibradas. Cuando no están equilibradas y una parte es mucho más fuerte que la otra, ya no es una alianza, es otra cosa cuyo nombre no voy a pronunciar aquí.
Pero ser autónomo es lo contrario de ser dependiente, hay que reducir nuestros riesgos, pero eso no debe ser un slogan, señorías. No es un slogan, no es una frase hecha, es una política de largo plazo. Tardaremos años en hacerlo, de igual manera que tardaremos años a aumentar las capacidades militares que hoy no tenemos.
Y el mayor riesgo geopolítico es que el de-risking con respecto a China aumente la capacidad de impacto y presión de China sobre el resto de Asia. Por lo tanto, es una tarea que hay que abordar juntos, todas las instituciones y todos los Estados miembros de forma contumaz, pertinente, permanente y comprometida.
Taiwán. Taiwán es fundamental para Europa por tres razones.
Porque es el estrecho más estratégico del mundo – y en particular para nuestro comercio. Tenemos que estar allí presentes a través de freedom of navigation operations, a través de nuestras flotas.
Segundo, no solamente por una razón moral – que una acción contra Taiwán por fuerza tiene que ser rechazada – también es porque sería, en términos económicos gravísimo para nosotros porque Taiwán tiene un papel estratégico en la producción de los más avanzados semiconductores.
Finalmente, si queremos ser – y decimos querer ser – un poder geopolítico, tenemos que estar presentes en todas las partes del mundo para reafirmar nuestras posiciones, para defender nuestros intereses, para llamar a la calma, para prevenir provocaciones, vengan de donde vengan.
Y por eso, la mejor solución es volver al status quo antes. Taiwán es claramente parte de nuestro perímetro geoestratégico, para garantizar la paz, para defender nuestros intereses sin echar leña al fuego y estoy seguro de que todos los países europeos comparten esa posición.
En Ucrania, nuestras posiciones son bien conocidas. Nuestro mensaje a China es claro, la presidenta [de la Comisión Europea] lo ha transmitido muy explícitamente, lo han hecho todos. Nuestra relación con China no puede desarrollarse normalmente si China no usa su influencia en Rusia para conseguir que esta retire sus tropas de Ucrania y ponga fin a la guerra.
Frente a un conflicto que afecta la integridad territorial y la soberanía de un estado independiente, cuyas fronteras están protegidas por el orden internacional y por los compromisos de las grandes potencias, entre ellas también Rusia y China. Cualquier neutralidad que no distinga entre el agresor y el agredido, es ponerse del lado del agresor. Lo hemos dicho muchas veces y lo seguiremos repitiendo.
Y finalmente, desde un punto de vista geopolítico, tenemos que evitar una nueva guerra fría entre el oeste y el este – ahora el Far East, el este todavía más al este. Y tenemos que dar mucha más atención a las crecientes dificultades de muchos países en el sur. Porque ver el mundo a través del triángulo estratégico China-Europa-Estados Unidos sería una visión reducida y reductora, porque no tendrían en cuenta la existencia de las grandes masas de poblaciones del sur, a las que China presta especial atención porque quiere construir con ellas un nuevo orden mundial, distinto de el que – según ellos – ha construido Occidente. Y lo dicen abiertamente, lo dice mi colega el ministro de Asuntos exteriores [Qin Gang] sin ninguna una clase de retención.
Sabemos que es así y por eso el debate sobre China no ha hecho más que empezar. Lo hemos de hacer con lucidez, es decir, con realismo, sabiendo que las cosas son como son y que los números son los que son. Con determinación y claridad, y con más unidad que nunca. Una unidad que es indispensable, aunque ciertamente no excluye que haya varias voces que hablen en nombre de Europa, como hoy aquí, el Consejo y la Comisión.
Muchas gracias.
Link to the video: https://audiovisual.ec.europa.eu/en/video/I-239818
Source – EEAS